lunes, 25 de febrero de 2008

PROMETEO Y EL FUEGO


Auyenta con las alas del amor,
ese delirio de catástrofes infames
cuyas víctimas humanas rezuman
esquirlas de tristeza y de sangre.
Ya da igual que Prometeo arriesgara su vida,
en robar el caliente crepitante
pues vino el castigo, cadenas cruzado,
en hambrienta, águila leonada ave.
Algún día, ganarán los héroes a los villanos...

martes, 19 de febrero de 2008

El mundo



El Mundo de Millás es el protagonista. Pretendo a estar callada. Soy nueva en estas lides y siento curiosidad.


Bajo las escaleras, esperando encontrarme una sala con sillas ante un orador, pero lo que aparece ante mis ojos es una mesa y unas quince sillas rodeándola. Quizá no sea tan sencillo como me lo planteaba. Quizá haya que hablar.

Ya hay cinco personas sentadas con el moderador, y después de mi llegada hacen acto de presencia otras cuatro o cinco más. Y ya está, es que no vienen más. Y allí estoy, plantada entre gente que no conozco absolutamente de nada, tratando de pensar qué demonios voy a decir cuando me pregunten sobre el libro que se supone, todos los que hemos acudido a la charla, hemos leído. Pero no, es que algunos ni siquiera lo han empezado, otro lo tiene a medias, la mujer que se sienta a mi lado no ha encontrado en el libro, ningún paralelismo sobre el que buscar una emoción, vamos que la lectura le ha resultado aburrida.

Y es que veo que al final voy a tener que hablar y mucho. El tema del libro me resulta cercano. Un escritor, escribiendo sobre lo que el hecho de escribir le supone, la liberación de tener aquello que le ayuda a sobrellevar sus demonios e incluso a superarlos. La escritura, en la que recoge sus miedos, sus angustias…

Me ha pasado varias veces que cuando leo dos o más libros del mismo autor, hallo similitudes entre unas obras y otras, son parecidas, aunque el tema sea distinto, se basan en lo mismo. En una idea recurrente, repetida, a la cual se adorna y se pinta del color que interesa para formar el libro.

En la tertulia, se aprecia el estado neurótico del autor durante su infancia, y en los saltos que da en el tiempo, ya cuando es un escritor consagrado… Comentan que está un poco trastornado o mucho. Yo difiero, no el fondo, si en el comentario. ¿Acaso no somos neuróticos todos? ¿No tenemos miedos? ¿O vamos por la vida, como que no nos importa nada? Pues no me creo nada.

Bueno, que decir del libro. A mi modo de verlo, una joya de la realidad que vivimos todos, porque todas nuestras obsesiones de adultos, provienen de esa infancia de la que no nos atrevemos a hablar.

Lo mejor de todo fue, después de terminar la tertulia, que el orador y dinamizador del grupo me confirmó lo que yo sentía: “El que diga que, en cierta manera, no es neurótico, miente como un bellaco”.
Recomiendo el libro, pero hay que leerlo con la mente abierta, sintiéndose ese niño y ese adulto recordando su infancia. Sólo así, le podremos sacar el jugo que tiene.

sábado, 16 de febrero de 2008

Ciudad de cristal


La ciudad se transforma, cambia, transmuta.
van pasando los días y las estaciones traen
las maravillosas sensaciones de todos los años.
Las flores han reventado de placer,
encontrándose de nuevo con nubes de luz
levantando polvo entre los rincones.
Las personas se transforman, cambian
aunque no por otros, sino por lo que se es
pero se hallaba escondido o no se veía.
Y a veces es bueno y a veces es malo.
Y lo bueno siempre es bueno, porque gusta
pero lo malo, cuando ya no engaña
no deja de ser triste, sentido en la piel de uno.
Cuando presiento la amargura de otros
volcada en palabras dañinas y estúpidas,
no dejo de pensar en vivir mi presente
en sintonía con lo que viene, y a lo que duele
escupirlo en afán de capullos de amapolas.
Vivir en cada gota de agua, en cada nube,
en flores y en cada rayo de sol.
Porque esos si que no amargan.

jueves, 14 de febrero de 2008

EL AMOR


Hoy he recibido un mensaje en el que decía:

"Te deseo que tengas un dulce día".

Y lo que único que me ha venido a la mente

es que es dulce, porque te siento a mi lado.

Sólo por eso.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Fantasías


En la parada del autobús, algo llama su atención asustándole. En un primer momento, parece que alguien, se ha caído del balcón. El color rojo de una tela flota en el aire junto a la fachada de ladrillo desviando sus ojos del periódico. Hasta que se da cuenta de que sólo es un vestido, el corazón ha agolpado sangre en aumento de latidos, pero con los segundos y la conciencia más despierta, se asienta en la realidad, mas ésta cambia de situación a la más mínima jugada de la mente.

La caída de un vestido sin cubrir un cuerpo, incorpóreo, danza un baile inconstante sin ofender a nadie levantándose la falda con descaro de mostrar sus adentros. Los pliegues se suceden en un mar de olas desviando atenciones. Cae, se desliza entre caricias de viento y delirio de suspiros. La pinza, que se ha quedado prendida en el recoveco entre el cuello y el hombro, no acierta a comprender donde se halla. Siempre controlando la situación, recogiendo costuras húmedas sobre colgantes cuerdas, vuela hoy con el vestido arrebatado de las manos de su dueña por un descuido.

Es de la vecina, sin duda, la tela que se arrebuja con los vaivenes de Eolo, la tela que descarada muestra, sus reveses y etiquetas. Y ahí que se asoman en los surcos de los sesos y de los bajos fondos, los más deseados instintos del libidinoso observador de la encarnada prenda. Tiene florecillas azules el vestido, el vestido de color rojo.

Tan ensimismado en sus fantasías se halla, que el conductor del autobús, que lleva allí un minuto, cansado de esperar a que suba, decide arrancar y marcharse a continuar su ruta. Se da cuenta y en el momento de levantarse para salir corriendo a ver si recupera su medio de transporte, hocica en el suelo, cayéndosele el periódico a la vez, convirtiendo la acera en un remolino de hojas de papel perdiendo las letras, mientras el vestido continúa su exquisito baile de florecillas.

Con la fantasía viajando a otros lares, la nariz dolorida y el diario perdido, se pierde también el dinero que tiene que pagar para coger un taxi con el que llegar a la hora al trabajo.

Si ya dicen, que más vale pájaro en mano, que ciento volando.

viernes, 1 de febrero de 2008

Gripe



Se han apoderado de mí.
Han invadido mi cuerpo, piojosos virus.
Y aunque quiera echarlos he de esperar
a que se cansen de jugar conmigo.
Quizá me venga bien para ciertas cosas,
pensar y todo eso.
Pero cuando sube la fiebre,
y me despierto a media noche,
embargada de la emoción del cariño que me profesan
no hago sino despotricar de su venida.
Me abrazan, me acarician con sus patitas
que quien sabe por dónde pasearán,
hasta que rendida de quitarme mocos
abro la boca para coger bocanadas de aire
que me alivien los interiores conquistados.
Espero que en unos días se marchen o se deshagan
en alguna repentina salida de avituallamiento
aburridos ya de machacar mi cuerpo
¡Piojosos!