martes, 29 de abril de 2008

Pasiones


Pudiera no hacerse. Me refiero a no pensar, o sea, a dejarse llevar por lo que la vida suena, sin más, sin tratar de escudriñar sus orígenes, su pasado. Pero hecho así, se anula la conciencia y seríamos todos autómatas programables que continuaríamos el camino sin rebeldía, sin pena ni gloria. Movilidad porque hay que avanzar y aceptar las normas de la supervivencia que nos imponemos. No hay pasión.

¿Y en la búsqueda? Si se decide formatearlo todo, llega un análisis exhaustivo, casi perfecto, compartido con momentos de claridad hallada tras el trabajo. Es bueno, preciso, certero. Pero... ¿y la pasión? ¿Dónde queda?

Aparece en pequeñeces impensables, en lo que provoca observar a una abeja sobre una flor, escuchar el trino de un pájaro o la caricia de una ráfaga de viento decidida a colarse entre los rizos del cabello. También se presenta en la terrible existencia de la muerte, en un llanto desconsolado, en grito apasionado, en un ataque de risa, en movible baile...

Allí no hay pensamiento. Allí las emociones son las señoras de un todo completo y tan intenso que llena esos espacios vacíos que habitan en cualquier alma, les hace levantarse de la mesa, y deshacerse en espiral de caracolas. Allí llega ella, desenfrenada, apasionada, y loca, muy loca...Pasión, pasión, pasión.

sábado, 26 de abril de 2008

Amargos recuerdos



Si quisiera podría escribir en amargura,
ahondar en los ocultos recuerdos
que vagabundean por los surcos de mis sesos.
Reunirlos y rimarlos, hasta transgredir mis normas,
haciendo de algunos poemas, pasión desgarrada
que en angustia bailaran en danza macabra.
Mas proponiéndolo a la tintosa pluma,
se revuelven en decisión firme, el papel y la mente.
No busco negarlos, sino amarlos en calma
porque existen y lejos desterrarlos,
aunque me lo propusiera, no puedo.
En un trabajado nido se agolpan,
de las miradas y los deseos escondidos
y allí, en armonioso cariño,
mis amargos recuerdos, cuido.

miércoles, 23 de abril de 2008

Pocitas

"nos"

Se sacian, desbordan algunas,
Hoy de alegría, mañana de pena,
Suenan mientras entre ellas caen
Y comparten líquido, emociones plenas.
Encontradas paredes que separan,
Aúnan celdas de húmedas colmenas.

De ternura fecunda e irascible ira duermen
Junto a angustia descarnada y suave esperanza.
Pocitas replegadas borboteando uniones
De un ser que aprobado equilibrio propone.

Una vivencia que desazón al corazón atrae,
Trae a la compuerta de cada una trabajo breve,
Mas no pequeño en intensidad y esfuerzo
Ya que pensamiento y voluntad de cambio quiere.

Se ayudan unas a otras las pocitas,
variando la calidad de sus rellenos.
Superada la buena hechura de la tristeza,
Se compensa retirando un poquito de ésta
Y a la pocita de tranquilidad tratarla llena.
Y si la de la amargura se halla de rabia saciada,
se contrasta con compasión y sentir del alba.

Así residen las pocitas en el interior de la mente,
Dueña ahora será una, a otra luego su sitio cede.

lunes, 21 de abril de 2008

Acorralado



Abrumado por tanta responsabilidad, el animal había huido. No aceptaba la situación. Después del paseo, su dueño le había situado tras el trasero de una vaca atada a un árbol y azuzándole con un palo, trataba de que la montara.

- Si no me gusta, no la monto y punto. Y además todo el personal está aquí mirando.

Así que se revolvió como pudo y salió corriendo. Atravesado el prado, llegó al cercano bosque y escondido entre árboles, esperó a que se dieran la vuelta, cansados de buscarle.

Cuando salió encontró a su Julieta comiendo hierba tranquilamente.

- A ti y ahora, si que te follo.

sábado, 19 de abril de 2008

Fregoteo


Fregoteo. Vasos bailando en el agua. Después de echar jabón en la esponja, aprieto el bote y salen pompas transparentes que en brevedad revientan. Suena el teléfono. Estoy muy molesta. Ahora la que no quiere charlar contigo soy yo. Me cuentas:

“He pensado en lo que me dijiste. Tienes razón. Al final, pagas mis ganas de no querer hablar con nadie y somos amigas. Tú respetas que no me apetezca hablar, pero yo tengo que darme cuenta de que tú puedes tener esa necesidad que yo no tengo en determinados momentos.”
.......................................................................
Aunque a veces no coincidamos, aunque no compartamos las mismas ideas, me has demostrado que seguimos siendo amigas.

miércoles, 16 de abril de 2008

En el vagón del tren


En el vagón del tren, todo suena distinto.
Las voces están cercanas, más juntas.
Los asientos de madera, estrechos, ridículos.
Lamparitas que alumbran.
Las ventanas, guillotinas alzadas.
Quiero cerrarlas pero no tiene sentido, no hay viento.
No hay movimiento, el vagón no se mueve.

Apoyo el codo en la mesa, la mano bajo la barbilla.
Café caliente. Esquina del vagón al fondo.
Tras el cristal de la ventana, espacio y la pared,
llena de baldas con velas, y más lamparitas.
Plantas verdes a la altura de los ojos.

Bocadillos, ensaladas. Ruido de personas cenando.
Mis palabras suenan claras, porque yo las nombro,
y las de los que a mi lado se sientan.
Las demás son algarabía de conversaciones
repartida entre muchas mesas.
Veo cabezas, cabellos y pelos, y si tuviese un microscopio
Igual divisaría colonias de piojos.
Cuchillos y tenedores que llevan a la boca comida.

Observatorio en cotas ascendentes.
Altura de miras, desde el vagón del tren del bar.

domingo, 13 de abril de 2008

Mandarinas


La mandarina tiene la corteza prieta. Tan densa que está pegada a sus gajos, sin un hueco por el que penetre el aire. Mis dientes, a manera de cuchillo, van abriendo la fruta, pero la dureza de su cubierta se resiste y no me permite saborear sus adentros.

Insisto y pienso que poco apoco, con paciencia, lo conseguiré, pero rebelde y rencorosa, desparrama soez ácido en mi boca. Me pican los labios y aunque me relamo una y otra vez, la acidez me corroe. Sopeso la posibilidad de dejar que la dichosa mandarina gane la partida. La tengo entre las manos, medio desnuda, asomando jugo en la zona donde los dientes se han clavado. Lo paladeo y es dulce, exquisito.

La miro y dándole vueltas la hablo. Cuando diría que estoy tronada. Hablándole a una mandarina. Aunque lo hago en silencio, por si acaso:

- Voy a comerme tus entrañas, lentamente, con paciencia, gajo por gajo. Sin prisa, pero sin descanso. Arrancaré tu piel, lo haré aunque no quieras. Defiéndete lo que puedas, endurece más tu cáscara en estos momentos. Trata de hacerlo, pero te acabaré comiendo…

Bueno, a falta de una, me comí tres. ¡Y que ricas estaban!

jueves, 10 de abril de 2008

Revuelto de empatía



A veces la vida te da lecciones, lecciones con las que aprendes, con las que creces y lo haces porque no te queda más remedio que seguir hacia adelante, tomando las riendas del camino. Siempre he pensado que hay personas en la vida de cada uno que llenan, que acompañan, porque las sientes cercanas, porque es como que conectas con ellas, que son especiales y por gracia o desgracia he trabajado para mantenerlas, para no perderlas.
Hay una persona en mi vida que siempre me ha dicho que soy una de sus mejores amigas. Me ha halagado, se ha sincerado conmigo muchas veces y muchas cosas más que han tenido la culpa de que la relación fuera muy bonita. He procurado respetar sus despistes, entendiendo que eran sólo eso, despistes. Que al final, siempre estaba allí, escuchándome y escuchándola, sintiendo mucha unión entre las dos. Pero las cosas cambian... No me compadezco, sólo entiendo que no debo ser alguien que le llene tanto como antes, o que quizá no tenga ninguna necesidad de trabajar la relación que hay entre las dos, porque al fin y al cabo casi siempre era yo la que llamaba.
No pido que modifique su vida, ni siquiera que me llame si no puede o no le apetece. Lo que sucede es que no responde a mis llamadas cuando la llamo. Una y otra vez, durante meses y años, días que me he sentido mal, no han tenido respuesta a mi llamada, no he tenido apoyo, cuando ella siempre ha tenido el mío.

He aprendido a solucionar mis problemas y mis historias sin su ayuda y hoy es el día en el que me siento muy apartada de ella. Sigue sin responder a mis llamadas y la última vez que he conseguido hablar con ella, me ha dicho que si no tiene nada que contarme no le apetece coger el teléfono y punto y que eso lo tengo que respetar.

¡Qué empática eres, amiga! ¡Qué educación! ¿Y si tengo yo algún problema? Y si me apetece sencillamente charlar un rato... ¿no puedo?

O algo le he hecho que le ha sentado mal y no quiere hablarlo, aunque ella me dice que todo está bien entre nosotras, o ha perdido interés. Y si lo ha perdido, la que no va a seguir perdiendo su tiempo soy yo.

Lo que si se es que hay otras personas, que me están demostrado que si que están aquí, tan cerca como las florecillas de las copas de hortensias...

lunes, 7 de abril de 2008

En silencio



El silencio de palabras aclama reposo,
aplaudiendo la simple esencia de un árbol desnudo.
Anochecen los ojos, los párpados se abandonan
y entonces vence envolviéndolo todo,
un manto de estrellas estrellado.

Trae la soledad, una pausa ganadora que no es triste,
vacía de impulsos vagos y recurrentes.
Cuando más brotan las sensaciones,
los sentidos, la nitidez que se asoma,
siempre y cada vez que la busco
en la rutina del día a día.