lunes, 23 de febrero de 2009

Carnaval




Perdió la poca vergüenza
y se plantó una fregona en la cabeza,
un delantal sobre la bata,
guantes de plástico cubren las manos
y sobre el hombro un pedazo de trapo.
Coloretes en las mejillas,
seriedad en el rostro,
para más señas un hombre
de Maruja disfrazado.

Vampiros con dientes marcados,
piratas con pata de palo
y tres locuelos vestidos de traje
que van arrastrando un piano.

Caras pintadas de pincel,
envuelven la tarde alborotada,
que en ritmo de música de tango,
cruzan manos, bailan algo.

De la que vende el pescado,
ahí va otro, peluca y moño,
Sardinas viejas llenan las cajas
en compañía de sal y gambas.

Se mueve lento, baila el cuerpo
de lentejuelas y risas cosido,
máscaras, caretas, témperas y flores.
Carnaval en danza de disfraces vivo.


miércoles, 18 de febrero de 2009

Me rindo



Me lo preguntas
y algo dentro de mí no quiere reconocerlo.
Esquivo tu pregunta y me revelo.
Ausento las palabras y me trabo
en liosos líos y vericuetos.

Después en silencio, pienso y me rindo…

Me rindo cada vez que atravieso la puerta
y tus brazos me rodean, sintiendo
las tensiones del día abandonar mi cuerpo.

Me rindo cada mañana, cuando encuentro
mi ropa escondida en el baño,
bolitas de papel metidas en las botas,
calcetines anudados en las trabillas del pantalón
y el cinturón atado al sujetador.

Me rindo porque me dejas ser tu consuelo,
me pides mimos y me cuentas sueños.
Soportas mi mal genio y aumentas tus desvelos
por hacerme feliz en este camino nuestro.

Me siento tan querida, que negarlo quiero
por temor a perderte de sencillo miedo
de dejar de ser una pequeña estrella
que un poquito, ilumine tu sendero.

Me lo preguntas y sin dudas contesto
entre lágrimas de simple contento:
Si, de estar a tu lado,
feliz me siento.


sábado, 14 de febrero de 2009

Si se rompe el día




Si se rompe el día,
si por h o por b se parte,
reuniré sus pedazos,
hasta los más pequeños
y juntaré con resuello,
como si fuera un puzzle
cada uno con su anejo.


Si se rompe el día,
lo pegaré con esmero
colocando sobre el suelo
ilusiones y rotos anhelos,
y junto a tu risa y mi consuelo
fabricaré, aunque sea un frutero
y de diminutas uvas
disfrazaré los sueños
y para retirar macas y miedos,
les marcaré un sendero nuevo.


Si se rompe el día,
enfrentado el rayo al cielo,
taparé si hace falta la tormenta
y haré desaparecer al trueno.


Si se rompe el día,
reuniré sus pedazos,
cada uno con su anejo,
como si fuera un puzzle,
para recuperarlo sin peros.


martes, 10 de febrero de 2009

El tiempo




La vida es como una novela.

Cada día que pasa,

como un pequeño cuento

y los instantes, poemas que calan.

Todo lleno de tiempo, donde no hay tiempo.


viernes, 6 de febrero de 2009

La linterna



Estoy sentada leyendo.
La luz que me alumbra, se apaga.
Espero unos segundos.
Nada.
Me encuentro a oscuras,
sin visos de que vuelvan a encenderse las bombillas.
Llamo a mi hijo que me pregunta
donde me encuentro.
Le respondo que estoy en el baño.

Se abre la puerta
y un pequeño duende me observa.
Ahí está su madre,
los pantalones en los tobillos,
un libro en la mano,
diciéndole que le traiga una linterna
porque sino no ve bien para limpiarse el culo.

Así que le entra un tabardillo de risa.
Desde el pasillo, me mira y no puede parar de reírse.
Se agarra la tripa y abre la boca con desmesura,
realizando sonidos que le acompañan.

- ¡Venga, tráeme una linterna!

Me la trae y vuelve a salir al pasillo
y desde allí contempla mis vaivenes con la linterna
sobre el papel higiénico esperando hallarlo limpio.
Cuando salgo del baño, allí sigue,
riéndose sin parar, con esa carita redonda
que me como a besos siempre que puedo.

¡Qué hermosa, la risa inocente de un niño!

lunes, 2 de febrero de 2009

El bolígrafo


"nos"


Hace unos meses me regalaron un bolígrafo. La persona que lo hizo, buscaba con ello darme un empujón porque yo le había comentado que cada vez tenía menos ganas de escribir. El bolígrafo es precioso blanco y plata con una parte central adornada con dorados de dos tonos haciendo dibujos de filigranas.

Cada vez que lo cojo, le doy vueltas sobre su eje, acariciándolo con los dedos y sopeso esa posibilidad, la de no empuñarlo más. En el fondo, se que no sucederá, que seguiré manchando montones de hojas blancas con innumerables frases. Sólo porque se que me gusta, porque disfruto de la sensación de estar creando algo. Entonces me viene a la cabeza la pregunta de que puede ser lo que me está obligando a repetirme esa idea una y otras vez, tantas como para estar semanas enteras sin escribir nada.

Según estoy escribiendo estas palabras, las releo y me agrada como están escritas, como se muestran garabateadas sobre el papel, juntas pero no revueltas.

Digo, hablo de una pregunta, pero no debiera ser formulada, porque conozco la respuesta, aunque no quisiera que fuera así, la conozco…