Entre lava y margaritas
El camino
El crater
"nos"
El camino es lento, como algunos días en los que hay que andar despacio, con calma. Las piedras, son los testigos de la subida, vestida de infinidad de paradas. Margaritas y musgo entre piedras. La lava se extiende caprichosa en olas congeladas aguardando el capricho de las profundidades o el frío hielo para variar su aspecto. El oxígeno se esconde y los pulmones gritan pidiendo más tranquilidad en la ascensión, mientras la calima se adueña del cielo. Esa niebla que lo cubre todo, otorgando soledad a lo infinito y al azul intenso. Si se marcha, vendrá la vida al cielo. Si retorna traerá muerte. Si se marcha otra vez vida. Como una primavera y después un invierno, que atraerá una primavera nueva.
En la cumbre, el pequeño cráter desgarra un aroma que pareciera de cientos de cerillas encendidas o quizá incienso. La superficie a la que está prohibido acceder, rodeada de cadenas, amarillea pintada de azufre. Humo entre piedras junto al que hay que pasar. Calor sofocante. Más humo. El olor es insoportable. Cinco minutos son suficientes.
Descendemos. Al terminar el sendero las piernas tiemblan, la altitud me juega una mala pasada. Descansamos hasta que vuelve el teleférico. Nos miramos, brillan los ojos.
Promesa cumplida.