lunes, 31 de enero de 2011

Derretida








Me gusta fundirme, pero no como el queso.
Me gusta fundirme, pero no como el hierro en la fundición.
Me gusta fundirme en un abrazo
con el viento que me acaricia la cara,
con el aroma de una flor,
con el llanto de un ser querido
y con la sonrisa de un niño.

Me gusta fundirme con las sábanas de la cama
cuando acude a mí la noche alada
y acoplarme a tu caliente piel
como el bicho de la película de Alien
para así libar toda tu esencia
que a mis adentros sabe a rica miel.

Me gusta fundirme en una agradable charla
y en una aventura de baile y fuego.
Me gustan tantos momentos
que la lista sería como la vida que no se acaba
hasta que se decida terminar con tantos gustos
por demasiado empalago.
Le daré finiquito
cuando ya no pueda por demasiado empacho
dándome pena de que se me escapen
las ganas de seguir viviendo la vida
y de paladear otros sabores.

Entonces me fundiré con la laguna negra
y con el barquero que engalanado me lleva.

 
 
 

viernes, 28 de enero de 2011

Sin frío









He dejado a mi hijo en la academia y paseo, como otras veces, por utilizar estos momentos en afán de no rumiar situaciones sin sentido.

Es poco el tiempo de que dispongo y me desplazo en coche a la playa, cerca del espigón, esa lengua de piedras abrazada por el agua.

El espigón, libro de recuerdos de días de domingo, envuelto en toallas y comida, bañadores y saltos para escaparnos de la sofocante presencia del calor. El espigón, encerrona sin salida de una espléndida galerna que nos arrastró arena a la cara, obligándonos a luchar contra el viento y contra el espacio disponible que quedaba.

El espigón, ahora vecino, receptor de tantas búsquedas como de otros encuentros, pista de carreras y refugio de sentimientos y arrepentimientos.

Amigo que siempre que acudo a tu seno, me entregas naturaleza viva rodeando tu cuerpo, hoy ofreces una perspectiva distinta que surca tus esquinas de torneados riscos.

Penetro en tus instintos y ya recorrido medio camino entre tu inicio y tu soberbia ante el mar, en tu lado derecho, hallo trozos de grandes ramas cuya corteza se ha comido la sal.

Con retorcido semblante, sirven de base a un castigado plástico que contra el viento lucha. Una cortina blanca de las que se usan en la ducha se adorna con grandes peces de colores parecidos a las truchas. Entre ramas y piedras se sostiene como puede el posible refugio de algún indigente o el castillo de juegos de unos mozalbetes. El agua golpea contra las rocas y a lo lejos un velero se acerca a tierra.

Al final del espigón, luce el pequeño faro avisando a los barcos y barcas que acceden a puerto. En el salado principio del espigón o en su término, donde se termina el camino hace frío, pero no lo siento.







domingo, 23 de enero de 2011

¡Un, dos, tres, pajarito inglés!







¡Un, dos, tres, pajarito inglés!
Y todos inmóviles esperamos una mirada.
¡Un, dos, tres, pajarito inglés!
Las manos se han quedado una arriba, otra abajo.
¡Undostres, pajarito inglés!

Ha sonado la inquieta voz con asombrosa rapidez
y me ha encontrado con un pie en el aire
mientras estaba avanzando,
el cuerpo medio torcido y los brazos balanceando.

La que está cantando me observa
y yo no me puedo callar,
me entra una risa de esas
que no hay manera de parar
y me la paro otra vez.
Es que me ha pillado.

¡Un, dos, tres, pajarito inglés!

 
 
 

martes, 18 de enero de 2011

Solamente






Ayuda a sentir el ardiente tiempo
lo que fervientemente se desea,
y que no es real tanto anhelado anhelo,
por mucho que deseemos tenerlo.

Y entonces se lucha, por ser uno mismo,
pero el serlo no tiene porque implicar un juego de poder,
no supone manejarlo todo.
¿De qué vale la vida en pareja
si está plagada de orgullo?
Y se afirma con profundo conocimiento
quien tiene mando en casa
y se sabe más que uno mismo.

Los extremos en su rotundez, son tan extremos
como el calor en verano y el frío en invierno,
pero no por ello dejan de ser bellos.

Yo, solamente…

Prefiero el descanso que busca el otoño
y el despertar de la florida primavera.

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sábado, 15 de enero de 2011

Relajantes vainas











Abro la red verde y de su transparente esencia saco verduras alargadas que preparo como si de un ritual se tratara. Les parto las puntas con la mano y con el pelador de patatas les retiro las hebras de los costados. Una a una, con mimo, hasta terminar con todas.


Las corto a trozos sobre la tabla y las introduzco en la olla a presión. De acompañamiento, unas pocas patatas, una pizca de sal y el agua en la que nadan mientras se cuecen. Después de cinco minutos de burbujeante jacuzzi, las retiro del fuego y abro la tapa de la espita del vapor que sale en estampida.

Nuevamente en la tabla, pico varios dientes de ajo, picantitos ellos y mientras se doran en una enorme sartén les echo trocitos de jamón serrano. Apuradas de caldo, terminan bailando juntitos, las vainas, las patatas, el jamón y los ajos. A fuego lento y con movimiento, terminan engordando la poca salsa que les dejo.

Resultan deliciosas pero lo que más me gusta es la preparación, paso por paso, total relajación.

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miércoles, 12 de enero de 2011

Caminos










Aquel buho llegó al comedero
y donde antes hallaba comida y sustento
con el que saciar su amado pequeño cuerpo
encontró tremendo vacío y un triste hueco.

Sabio supo entender y aceptar
de ladinos cuervos, el cruel aleteo
que por poner límites a lo que sentía injusto,
se batió en venganza, castigo severo.

Recogió con mimo los restos que quedaban
y los sitúo en un altar, de divino fuego
donde no los atrapen los que no sienten
como sueña su vida y planea sus sueños.

Porque cambiar, ya cambió bastante,
y con algunos pajarracos no vale la pena
volver a transformarse, no saberse propio
para encontrar mentiras y verdades lelas.

Guardar el sustento y favorecerlo,
curarlo plagándolo de mariposas tiernas
que carguen de colores, senderos eternos
donde seguir caminando en armonía plena.






sábado, 8 de enero de 2011

Poesía presente







Las palabras atraen al pasado. Sin él, no traería ante mí las letras que dedico para deleitar los ojos y la mente. Sin él, no sería quien soy y quien no soy. Sin él, no escribiría, sin él, no cantaría, sin él, no lloraría, ni reiría. No existiría, porque sin el pasado sólo sería presente sin haber vivido, como una mariposa que sólo se plantea transformarse para copular, para actuar por impulsos no razonados que la llevarían al más absoluto de los fracasos.


Las palabras recogen el presente, lo trabajan en armonía de sentimientos, en extraña constancia. Escritas dan a ese rincón, una absoluta plenitud repleta de poesía, esa poesía que sin pensar viven los niños cuando extasiados descubren el aleteo de un pájaro o el sabor del chocolate.

Palabras poetas, encontradas sobre el blanco papel son la cumbre del presente. La mano se desliza, garabatea azul recordando pasados, escribiendo realidades del hoy.

Risas del Roscón de Reyes donde el dulce bizcocho encarna sorpresas que pueden partir un diente. Regados escondidos durante la noche, provocan montañas de colorido papel y fiesta. Champán burbujeante y bombones de negrura aplastante llevan a la boca, sabores enfrentados.

Y las palabras escritas en el presente traen otro funeral, el día después de Reyes. Como hace dos años, no fueron dos, sino tres. Y todavía en la iglesia, el Nacimiento presente. Pero como el aleteo del pájaro o el sabor del chocolate, poesía, poesía, poesía en un triste abrazo.

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