miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿Cómo vivir?








"nos"





Reflejos de la infancia
recuerdan momentos vividos
y en las alboradas renuncio
a arrojarlos al olvido.
 
Tan sutiles y sublimes
esconden una presencia presente.


La de la niña, que viva
refugia el alma en los mimos,
del pasado en el futuro
con imágenes de cariño.

 
Encontrada esa vida para vivirla
sin demasiada ingenuidad.
Encontrada esa vida para sentirla
sin demasiada razón.




 

jueves, 22 de noviembre de 2012

La luz roja


 
 
 
 
 
 
 
 
Abro los ojos y frente a mí, observo una luz roja. A mi derecha, un poco apartada. El resto está oscuro.

El único sitio en el que exijo oscuridad es mi dormitorio. La necesito total y absoluta para conseguir horas de descanso plenas. La luz me despeja llevándome a explorar todo mi entorno.

Cierro los ojos pero me percato de que algo no funciona. La luz roja no está en su lugar. El teléfono descansa a mi izquierda y si no recibo las llamadas desde su terminal, se enciende la luz roja. Pero la luz roja no se encuentra a la izquierda. Parpadeante, indica su presencia mientras la observo interrogante.

Me pregunto si estoy soñando porque la sensación es extraña. Estoy tumbada boca arriba en la cama y al extender mi brazo derecho encuentro el vacío. Después repito la operación con el izquierdo. Entre las sábanas, a mi lado, mi pareja duerme.

Entonces, seguro que algo no está como debiera y haciendo poco tiempo de que con la oscuridad presente, me he caído de la cama por no haber controlado el espacio, me detengo.

Mi pareja debería dormitar a mi derecha y la luz roja tendría que vigilarme a la izquierda. ¿Estoy dormida? ¿O sueño? Llevo los brazos por encima de mi cabeza, hacia atrás y el vacío me sorprende. ¿Dónde está la cabecera de la cama?

Busco concentración entre el caos que me rodea porque lo que más me preocupa es el hecho de que me pueda caer de la cama. ¡Menudo costalazo me supuso!

Vuelvo a tocar a mi pareja y entonces me doy cuenta de que estoy tocando su pierna. Estoy girada ciento ochenta grados en la cama. Con sumo cuidado, me incorporo y me doy la vuelta. ¡A saber que habré estado haciendo para terminar así!

Me apoyo en la almohada… Buenas noches.
 
 
 
 
 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Hoy

 
 
 
 
 
 
Respiré.
 
Una temprana mañana comencé a sentir.
 
La luz se desplegó generosa de envolverme
entre sus marchas incorpóreas
destinando mi existencia
a los derroteros que más le convenían.
 
Hoy, el vivir lleva en la mochila
claros despertares y difusas brumas,
esencias que la ruta ha ido adoptando
como constancia de los minutos transcurridos.
 
Hoy, el viaje es respiradero de sentimientos
y botella media llena de boca abierta
por donde entran nuevos recuerdos,
por donde salen viejos recuerdos.
 
En la mente, el bosque en el que no hay lugar
para la amargura y la melancolía.
Allí continúa brotando agua la fuente
donde paseo buscando cálido refugio.
 
Como los pájaros que buscan
rellanos donde extender las patas,
para posarse después
recogiendo con suavidad las alas.
 
Hoy.
Respiro.





 

lunes, 12 de noviembre de 2012

El gato


 
 
 






Escribo poco. Casi nada. Cuatro líneas que después abandono. Es más, soy consciente de que si no fuera por este blog y el anterior que tuve, que tanto me han aportado y por vosotros que me leéis, hoy no escribiría.

Siento mi vida llena. Tengo problemas como todo el mundo, a veces pocos, a veces muchos, pero dejo que fluyan para que el parón sea lo más corto posible. El problema sigue estando vivo pero procuro darle más relevancia a lo verdaderamente importante.

En alguna ocasión he leído que quien habla constantemente de los mismos problemas es porque los tiene y los siente. Y que el escritor, repitiendo una y otra vez las mismas angustias, las percibe como si fueran recientes.

Estoy en medio del monte, custodiando unas casas y de entre la maleza, hallo un gato de color tofe que me visita. Con sensual andar, se acerca a medio metro deteniéndose junto a mí. Sus ojos, de penetrante color miel, me miran interrogantes y al encontrar a los míos recorriendo su cuerpo, maúlla todo su ser.

Se aparta aunque no se aleja demasiado. Apoyando su trasero en el suelo, adopta la típica postura del gato sentado mientras enrosca su cola alrededor de las patas. Allí observa el panorama. Las hojas multicolores que el otoño ha regalado a la tierra, los petirrojos, cuyos saltos de rama en rama le hacen estar alerta y mi sorpresa al sentirlo tan cercano.

Llevo al papel las primeras líneas de este escrito, cuando sin previo aviso, el gato restriega su felino cuerpo contra mis piernas. Me asusto pero me alegra su valiente actitud que hace que disfrute de ese momento. Repite sus andadas de nuevo y por varias veces…

¡Qué fácil es ahora el camino!


 
 
 
 
 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Nudos de dolor


 










¿Acaso el resto dista tanto de uno mismo?
.
Sucede que muchas veces no se enseña,
 
la emoción que bucea, la que subyuga,

aquella que nos traslada

a las realidades más ciertas. 
.
El dolor es el más intenso
de los nudos que nos sujetan.
Con su presencia, nos amenaza
conformando el pasar de los días,
apoyados y casi atados a su vera. 
.
La sangre llega a saciarse de vacío
y la vida pasada se aligera.
Entre tubos de ensayo termina quemada
introduciendo sus cenizas
en la urna de la desesperación. 
.
Agarrados a la mente,
empatizo con tus lazos de dolor
que se unen a través del teléfono.
Las lágrimas se pasean por mi rostro. 
.
Todo mi yo, me pide darte un abrazo.
 .
.
.